martes, 4 de mayo de 2010

del monje y el mandril

De repente el mandril que había entrado en extasis por habver derrotado al león en una trampa era dichoso venturoso, sin duda más allá de ser el rey de la selva creía ser el dueño del mundo. Todo estaba bajo sus pies y era él, y no otro el que podía reír, gritar y bailar tanto como quisiera. Aquél momento de derrota de un león era sin duda el momento más glorioso de su vida…




La danza continuaba furtiva, loca, desmedida incluso, fuera de sí, sin control ni conciencia de donde poner los pies… y ello le hizo caer en un anzuelo de donde cogía una liana que a su vez lleva a cogerlo preso en lo alto de una red suspendida esta vez de una rama de un árbol. El orgullo, la poderosa soberbia, el dominio del mundanal ser se había venido abajo porque otro “bicho” tal vez más astuto y callado sencillamente, estuvo ahí esperando pacientemente a que él perdiera la consciencia.



El hombre se acercó sigiloso, despacio, sin grandes sobresaltos, le miró a los ojos y vio en ellos el fracaso la desesperación y la ignorancia… Este cazador, cuando lo vio así, sencillamente lo bajó al suelo y le dijo “vete en paz”… el Mono sin dar crédito a sus ojos miro y con un gesto de hombros le preguntaba “¿por qué?” “hoy tu inconsciencia te ha lleva a mi red, pero tu comprensión de esta inconsciencia te salva la vida… Vive conscientemente lo más que puedas y cuando no puedas se consciente de tu inconsciencia…



Mágicas palabras que llevaron a que el cazador fuera diluyéndose en la vacuidad del no ser y el mono apareciese erguido como un ser humano humilde pero sabedor de la gran verdad de la vida “humildad + conciencia =sabiduría”



Y de esta singular manera es cómo aquél monje llegó a su verdadera sabiduría y el mono a convertirse en un auténtico ser humano consciente de su verdadera naturaleza.

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