viernes, 13 de abril de 2012

Historias de don Leonardo V

            En ocasiones, cuando uno va mirando hacia atrás, va viendo que el camino se alarga en el tiempo y, de forma inconsciente pero real vas comprendiendo que, irremediablemente el camino hacia delante se va acortando llegando al final de viaje que todos conocemos y llegamos aun cuando no se quiera reconocer. Esto, cuando tienes corta edad apenas si se plantea someramente. Al llegar la adolescencia somos algo más realistas, la mente experimenta un gran parón hacia delante y hacia atrás y comienza a existir el presente, ese mágico momento en el que siempre estás aunque cuando te das cuenta sencillamente se escapó como el agua fluye entre las manos. A mi altura de la vida, ya casi da vértigo sólo pensarlo, pero de otro lado hay momento en los que das gracias  a la vida por estar donde estás y tener perspectiva del momento y de la situación.

En tal estado, que bien pudiera llamarse de gracia, en lugar de vejez, mucho más lírico y bello, me encontraba en aquella mañana que bien podía ser de primavera por su calor picante y su frescor rejuvenecedor como abriéndose a la vida por momentos. Es un estado de gracia de la vida donde todo abre y arranca de manera tal vez desbordada como salen los arroyuelos en la montaña cuando viene el deshielo, también en primavera. Así, cuando uno se ve a sí mismo con respeto y cariño descubre que cada día tiene su primavera en las primeras horas de la mañana como tiene su invierno cuando llega el ocaso del día; si lo sientes momento a momento es algo casi mágico, sublime, emocionante, de una vibración intensa que recorre todo tu ser cada vez que inspiras y espiras, cada vez que tu cuerpo se expande y contrae, sientes como la vida entra por ti y sale desde ti como viento que recorre un desfiladero, o el aliento al soplar en una flauta. Podía decirse que esa es “la magia de estar vivo” momento a momento, aliento por aliento, desde el amanecer hasta el ocaso, desde la vida hasta la muerte de cada momento, de cada día, de cada ocasión.

            En esa disposición me encontraba por la calle en mi paseo matutino, mientras contemplaba anuncios, tiendas, comercios, gente corriendo, muchas veces rumbo a ninguna parte. Vehículos igual de acelerados que sus dueños, mientras la ciudad iba despertando a un frenesí desmedido de dudoso rendimiento y escasa satisfacción. Tomás, mi buen amigo, decía que cuando quería pasarlo bien sin gastar dinero, valía con sentarse en un banco y ver como el mundo se va moviendo a tu alrededor, con sus prisas y sus penurias, algunas veces alegrías pero la mayor parte de las ocasiones con su mente trabajando como una lavadora en un programa de centrifugación sin tener ropa en el interior; al final terminan con la lavadora rota, la instalación quemada y el gasto valdío. Me cansé al cabo de un tiempo y consideré aquella propuesta como una parte de la diversión. Encontré cerca de ahí un banco y me dispuse a sentarme. Sin duda es una de esas sensaciones gratificantes que da la vida a determinadas edades que, a otras, aunque las d eno se aprecian con igual intensidad y regocijo.

            De repente, aquello que era “el banco del silencio” se convirtió en lo más parecido a un parquet bursátil. Irrumpió un hombre, joven, comparado conmigo claro está discutiendo por su teléfono si bien, por el tono de la conversación tal vez el celular no era requerido por cuanto los gritos se debían oír varias manzanas más  allá. Al finalizar su conversación se volvió y al verme debió pensar que tal vez el tono, que no el contenido, me resultó molesto

-         perdóneme si le molesté con los gritos, era mi hijo que tiene la virtud de sacarme de mis casillas
-         bueno, si le hace ilusión esa situación… bien está
-         no no, perdone, ilusión ninguna, pero es que no hace nada, ni se molesta por nada
-         esta es su visión del tema, lo cual no implica que tenga que estar él deacuerdo ¿es mayor, es un niño?
-         30 años, ya creo que tiene edad de empezar a buscarse la vida
-         Claro que la tiene, pero si se la dan hecha
-         ¿Y que quiere que le haga?
-         Yo absolutamente nada, porque no es mi cuestión, solo comento para que pueda ver otras opciones, si quiere verlas


Aquello le sonó extraño, frunció el ceño y giró la cara como si mirando solo con un ojo lo entendiese mejor

-         discúlpeme abuelo, pero no le entiendo
-         usted tiene unas expectativas de futuro y son esas, las expectativas, suyas no las de él las que fallan cuando no salen las cosas. Siempre andamos proyectando ideales y resultados futuros en función de un pasado histórico que hemos tenido. Pero el tiempo avanza y cada uno, a una determinada edad ya tiene que coger las riendas de su vida y seguir adelante
-         y que hago, dejarlo que se estrelle, a fin de cuentas de mí hijo
-         Ese es uno de los problemas que es “MÏ”, es decir tenemos un sentimiento de posesión, de dominio que al final en realidad el que nos tiene no es usted a su hijo sino que su hijo le tiene a usted, se genera un apego que a la postre en función de quien domina y quien no quiere sentirse dominado produce una frustración y un conflicto
-         ¿Entonces que hago con él?
-         ¿Qué hace usted ¿
-         ¿Con él…?
-         No no, quehacer usted con usted mismo
-         No… no entiendo
-         Cuantas veces se concede el permiso de relajarse, de ser usted mismo, de soltarse a mostrarse a la gente como realmente es sea como sea…


Nació el silencio más profundo y temible posiblemente de toda la vida de este hombre. La mente nuevamente empezó a centrifugar sin darse cuenta que esto es cuestión de sentimientos y por ello de corazón, no de mente.

-         eso no tiene nada que ver
-         bueno, sin duda es su opinión pero sino está bien en sí mismo es difícil dar ejemplo de lo que usted mismo no hace ¿no le parece?


Silencio sepulcral buscando un razonamiento convincente

-         entonces que me sugiere usted
-         bueno, cuando uno no tiene expectativas, lo cual no significa tirarse a la buena vida, sino sencillamente ir viviendo sin esperar que los demás actúen de una determinada manera, y actuar y sentir conforme a uno mismo, de algún modo aquello resuena en la gente, remueve su actitud y poco a poco van efectuando cambios en sus vidas, o cuando menos, son conscientes de que por ahí no es un buen camino
-         ¿y si se estrella?
-         ¿A quien le va a doler?
-         A él sin duda, pero cómo quedo yo
-         Ah, eso sí, su ego quedará mal parado pero el ego solo es una parte de usted, hay quien necesita darse un tortazo tremendo en la vida para darse cuenta de que ese es el camino más erróneo que hay. Siéntese, respire, sea honesto consigo mismo y piense si lo que más le molesta es que él no haga nada o que usted queda mal, sea como padre, como ciudadano, como persona… eso ya es cosa de cada cual.


En aquél momento, el silencio empezó a tornar con cierto caríz de luminiscencia, así que, dentro de lo malo algo resonó en su interior, pensaba sí, pero al mismo tiempo aquél ególatra que había sentado a  mi lado se estaba convirtiendo en un ser humano

-         sabe, igual tiene razón, a ver cómo encajo esto y si le veo se lo contaré
-         estaré deseoso de saber como continua esto


Con el tiempo, la dicha de la vida quiso que me encontrase en aquél mismo punto y, prácticamente en la misma posición en la que me encontré en nuestro primer contacto salvo que, en esta ocasión, fue él quien vino directamente hacia mí. La presencia era diferente, la figura se veía mucho más directa, enfilada directamente sabiendo muy bien hacia donde dirigía sus pasos. En la faz los ojos transmitían más serenidad interior y su rostros irradiaba una luz propia de quien ha encontrado, cuando menos, el inicio del ovillo de lana que es la propia vida de cada cual

-         buenos días abuelo ¿se acuerda de mí? – se dirigió a mí con tono duvitativo a la par que incierto, tal vez desconociendo de antemano mi respuesta o si quiera si lo iba a conocer habiendo pasado tiempo. Yo elevé levemente el rostro y con una sonrisa de reconocimiento el aire se hizo diáfano y limpio como una patena
-         Buenos días caballero, claro, intento no olvidar a la buena gente - ¿Qué tal va esa vida y esa guerra?
-         La vida bien, la guerra… me hizo pensar mucho, y tal vez, sólo tal vez me hizo comprender parte de las cosas que en otro momento no hubiera comprendido a buen seguro. Es como si viniesen las respuestas cuando sabes que vas a hacer las preguntas
-         ¿Por qué no había de ser así? La vida siempre nos plantea retos en el momento que somos capaces de superarlos no antes ¿y su hijo…?
-         Bueno, pensé por un momento que dejarlo a su libre albedrío vigilando algo desde lejos igual le servía a él también. Al principio me di cuenta que al que también le costaba mucho no hacer nada era a  mí…
-         Es un primer paso, darse cuenta que no te daba uno cuenta de sí mismo, como el alcohólico sino comprende que tiene un problema difícilmente lo solucionará, pero siempre debe ser él quien lo haga o usted en este caso
-         Me apunté a un grupo de meditación, era algo que siempre quise hacer y siempre posponía y me fue fantástico… de hecho, aún sigo en el día de hoy y me va muy bien
-         ¿Y su hijo…?
-         Como me dijo usted, al principio se reveló y se alteró a y al ver que no me alteraba yo empezó a ir cambiando en determinadas cosas, no han sido muchas, pero bueno, dentro de lo que había siempre es un cambio positivo, debo reconocer que, aunque me pareció una locura lo que me comentó inicialmente, luego lo fui pensando y parece que la cosa salió bien
-         Está saliendo, siempre el Ego quiere salirse con la suya y el juego es negociar con él si que queramos imponernos pues él no se cansa y nosotros sí, esa es la ventaja que tiene él. Me alegro haber sido de ayuda a mí también me viene bien porque me siento útil sabe… en ocasiones uno necesita reafirmarse en sus hipótesis de trabajo para saber que aquello es lo correcto.


Sin duda fue una grata experiencia más en la vida.

miércoles, 11 de abril de 2012

jugué limpio

jugué limpio, 
no me quise manchar,
pues las trampas en la vida,
siempre las has de pagar
sentí el fluir del juego
las mañas también del azar,
sentí un sudor frío,
del temor y la vanidad.

no soy jugador de vida,
ni viví nunca para jugar
más la vida es un juego
y los juegos debes jugar.
Cabalgué largo tiempo
or la senda de la duda
por el desierto de la pena
por la indiferencia de la tundra.

Soy aventurer  de mi camino
y no tahur de cartas locas,
no quiero jugar con nadie
que solo juegue horas tontas.

mas... así es la vida
y así he de vivir
con tanta ida y venida
a mí, s eme olvido fluir.
Mas la vida, que gran maestra es,
vino enseguida en mi ayuda
a pararme rauda los pies

¿Do vais que tenéis prisa?
¿Tal vez algo importante perdiste?
perdí, parte de mi vida,
¿Acaso vos no la viste?

venturosa es la ocasión,
que sin pelo la pintaron,
pues así con oración,
todos ya la peinaron,
no busquéis pues nada perdistéis
sois acaso tu mente 
donde la escondisteis
y hoy, liberado de ella,
andad presuroso sí
de no perder la doncella
de la vida y el frenesí
que no es vanidad ni indolencia
sino amor y caridad

y ahí voy sin jugar jugando vengo
que de juegos malabares
hasta aquí que me avengo,
Fluí en la vida,
flluí en mi juego,
por la avenido
me entretengo.